Caperucita: un cuento feroz
Pues ni Perrault ni los Hermanos Grimm. Que no, que ya han intentado vendernos otra vez la moto equivocada...
Y es que miren ustedes, que Perrault anduvo más cerca, pero los Grimm, con ese afán de infantilizarlo todo, metieron la patita hasta el corvejón y más allá.
Tengo fundados motivos para pensar que todo el desarrollo de la historia responde a un plan premeditado de la madre de la nena, ansiosa por deshacerse tanto de ella como de la abuelita.
Y si no, a las pruebas me remito: ¿qué madre cabal le coloca a su hija una caperuza roja, una prenda llamativa donde las haya, un signo claro de identificación, si no es justo para eso, para que la reconozcan? ¿qué madre sensata, señores míos, manda a su hija pequeña a través del bosque sola sabiendo que merodea un lobo, por mucho que le advierta "no te entretengas que el lobo puede andar cerca", o algo similar, si no es para que se la encuentre el lobo?
La madre había pactado previamente con el lobo, que no era tal sino Lobo, enviar a la niña de visita a casa de la abuela precisamente para que el lobo, perdón, el Lobo, se deshiciera de ella, y de la ancianita que vivía al otro lado de un bosque sombrío y tétrico como él solo.
Y aquí vamos con Caperucita. La niña va con la caperuza suponemos que sin protestar, eso no es normal, a mí que no me vengan... En fin, va ella tan contenta por el bosque cogiendo florecillas para llevar a su abuela, y en esto aparece el lobo, perdón, el Lobo y la engaña para que vaya por el camino más largo y que le dé tiempo a llegar a casa de la abuelita antes que la nena, mira tú qué retorcido, que digo yo que porque no se la come allí mismo y ya está. Pues la niña hasta ahí, normal, porque hace justo lo contrario de lo que le aconseja con alevosía y premeditación su madre, vamos, lo que todos los niños, ¿no?, pero lo que ya no cuela a menos que la mocosa sea tonta de remate es que confunda al lobo (o Lobo, que eso ya lo analizaremos después), con su abuela, por muy velluda y hocicona que fuera la buena mujer. La nena en realidad lo que demuestra poseer es una feroz precocidad sexual, que a mí no me la da: le sigue el juego al lobo plenamente consciente de quién la espera metidico en la cama, y ella encantada, ¿que no? Si es que donde hay pelo hay alegría, y esto debía de tenerlo oído Caperucita.
¿Zoofilia? Que no, hombre, que no, que el cuento no llega a tanto: aquí aclaro mi insistencia en que el lobo no es tal, sino el Lobo, un leñador (supongo que éste era su oficio, a juzgar por sus estadías en el bosque) al que por su apariencia lobuna (sí, éste sí es hocicón e hirsuto), en el pueblo le colgaron el mote, un hombre sin escrúpulos que no duda en pactar un par de asesinatos bien cobrados, y que antes de perpetrar el segundo no quiere privarse de una fiesta.
Tengo fundados motivos para pensar que todo el desarrollo de la historia responde a un plan premeditado de la madre de la nena, ansiosa por deshacerse tanto de ella como de la abuelita.
Y si no, a las pruebas me remito: ¿qué madre cabal le coloca a su hija una caperuza roja, una prenda llamativa donde las haya, un signo claro de identificación, si no es justo para eso, para que la reconozcan? ¿qué madre sensata, señores míos, manda a su hija pequeña a través del bosque sola sabiendo que merodea un lobo, por mucho que le advierta "no te entretengas que el lobo puede andar cerca", o algo similar, si no es para que se la encuentre el lobo?
La madre había pactado previamente con el lobo, que no era tal sino Lobo, enviar a la niña de visita a casa de la abuela precisamente para que el lobo, perdón, el Lobo, se deshiciera de ella, y de la ancianita que vivía al otro lado de un bosque sombrío y tétrico como él solo.
Y aquí vamos con Caperucita. La niña va con la caperuza suponemos que sin protestar, eso no es normal, a mí que no me vengan... En fin, va ella tan contenta por el bosque cogiendo florecillas para llevar a su abuela, y en esto aparece el lobo, perdón, el Lobo y la engaña para que vaya por el camino más largo y que le dé tiempo a llegar a casa de la abuelita antes que la nena, mira tú qué retorcido, que digo yo que porque no se la come allí mismo y ya está. Pues la niña hasta ahí, normal, porque hace justo lo contrario de lo que le aconseja con alevosía y premeditación su madre, vamos, lo que todos los niños, ¿no?, pero lo que ya no cuela a menos que la mocosa sea tonta de remate es que confunda al lobo (o Lobo, que eso ya lo analizaremos después), con su abuela, por muy velluda y hocicona que fuera la buena mujer. La nena en realidad lo que demuestra poseer es una feroz precocidad sexual, que a mí no me la da: le sigue el juego al lobo plenamente consciente de quién la espera metidico en la cama, y ella encantada, ¿que no? Si es que donde hay pelo hay alegría, y esto debía de tenerlo oído Caperucita.
¿Zoofilia? Que no, hombre, que no, que el cuento no llega a tanto: aquí aclaro mi insistencia en que el lobo no es tal, sino el Lobo, un leñador (supongo que éste era su oficio, a juzgar por sus estadías en el bosque) al que por su apariencia lobuna (sí, éste sí es hocicón e hirsuto), en el pueblo le colgaron el mote, un hombre sin escrúpulos que no duda en pactar un par de asesinatos bien cobrados, y que antes de perpetrar el segundo no quiere privarse de una fiesta.
Y a todo esto, ¿qué motivos podría tener una madre para tramar semejante plan? Ay, ingenuos, ¿quién dice que la señora es la madre? Pues no, tanto desatino sólo se explica si conocemos su verdadero parentesco con la niña y la anciana. Tamaño plan sólo se le puede ocurrir a una madrastra viuda que pretende heredar legalmente todos los bienes de su marido. ¿Que no?, hombre, me direis si hay otra forma más segura: la heredera del difunto era Caperucita, y en caso de fallecimiento de ésta, pues la señora madre del difunto, por ser el pariente vivo más cercano. Si las dos la palman, ¿a quien va a parar todo, eh, a quién? Ahí os han dao...
Ésta y no otra es la verdadera historia de Caperucita, un cuento en verdad feroz.
8 comentarios:
en el cuento real... antes de ser adaptado por los grimm, caperucita acababa muerta.
cualquier madre nena
¿Y que pasa con el leñador?
El carnaval está a la vuelta de la esquina...
A seguir bien!!!
Lo que te guardas en la manga (me consta que no puedes ignorarlo) es que la madrastra de caperucita quería la pasta para hacerse una operación de cambio de sexo y marcharse con el leñador, que era gay.
Juas!
Tela con caperucita, la madre y el puto leñador pederasta!!!!!
Desde luego, yo siempre he creído que caperucita era más tonta que Pichote... aunque lo de ir con caperurza roja... la niña de Hard Candy también va y no veas la que lía... esa se hubiera zampao al lobo de caaaaaaaaaabeza! :P
besos, guapa!
Molan mogollón estas desmitificaciones! :)
Canichu: previa orgia de carne y miembros despedazados de la señora abuela.
Mari: ?
Tortlon: ¿es una sugerencia? :) Creo que me disfrazaría de lobo, jua jua jua
Pcb: es que la madrastra era un poco retorcida, y oye, el leñador debía de ser todo un tipo....
Reina: La niña de Hard Candy, me lo apunto, XD
caperucita -lolita .....las dos iguales ......:)
Sí, :), precocidad sexual extrema, ¿cuántos años tenía la Lolita de Nabokov? ¿Trece, creo recordar?
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