Caballero uniformado al rescate
... o las ventajas de vivir en un pueblo y conocerse todos.
Una anécdota, al estilo de lo que le suele suceder a Yahoraquebonita y que ella cuenta con tanto arte.
Jueves 26 de abril. Escenario: un pueblo de 2kms cuadrados (ahora que lo pienso, tan grande como un Principado, jeje)
Terminé de hacer mis cosas, subo a mi coche para volver a casa. La primera salida a la Plaza de la Corredera, por la Travesía de la Dueña, está cerrada por un camión de descarga. Detrás hay otro esperando para salir. Sigo adelante para incorporarme a la Calle Pilar directamente desde la Calle Dueña (no hay más salidas, sólo estas dos) perooooo.... mi gozo en un pozo: un utilitario mal aparcado cierra el paso. Hay ya otro vehículo detrás del mío. Toco el claxon con energía y el dueño no aparece. Decido llamar a la policía local, ante la imposibilidad de regresar marcha atrás hasta la salida anterior, que, posiblemente, ya esté despejada. Como la ley del mínimo esfuerzo no va conmigo, llamo a casa para que me localicen el teléfono de los municipales en el libro de las fiestas, que no hay mejor agenda, mi marido me facilita uno al que llamo sin obtener respuesta. Otra llamadita, esta vez al Ayuntamiento:
- Ayuntamiento, buenos días.
- Hola, eres Maite, ¿verdad?, soy Raquel, ¿podrías darme el número de los municipales, por favor?
Maite, que es un encanto, me lo facilita en un pispás. Hale, otra llamadita, ésta sí es la buena.
- Policía Local, dígame.
No identifico la voz; le explico al policía la situación.
- Voy para allá, no tardo, estoy cerca.
Efectivamente, debía de estar bastante cerca porque enseguida llega, y compruebo que se trata del cabo. Echa una ojeada y se va; nooooo, no me seáis mal pensados, se va a aparcar, pero como tiene que dejar el coche allá a hacer puñetas, tarda en volver. Eso sí, cuando lo hace, ya ha llamado a la grúa. A todo esto, llueve a mares, y tanto la conductora del otro coche como yo, llevamos prisa. Podría dejar allí el mío y marcharme, pero no le dejaría salida a ella cuando el paso estuviera despejado, así que orillo el mío todo lo que puedo, pero ni aún así.
- Quizá si le doy para alante...
El cabo y la chica me miran pensando "qué va a decir ésta" o "qué va a hacer".
Al ver que mi intención es irme y dejar el coche estacionado de forma que no estorbe, el policía, vamos, Jose, que ya está bien de despersonalizarlo, me dice:
- Déjame la llave y cuando la grúa despeje esto te le aparco donde pueda. Díme dónde te dejo las llaves.
- Pues... me las puedes dejar donde Germán
Germán es mi compadre, y tiene un local por allí mismo.
Olé, solucionado, la otra chica no debía de entender nada, a juzgar por la cara que puso: el cabo no sólo me permitía marcharme sino que se ofrecía a aparcarme el coche y dejarme la llave donde mejor me viniera. Le dí las gracias y la llave, claro.
Pues sí, bajo la lluvia volví a mi casa, y un rato después mi coche estaba aparcado en la mismísima puerta de mi madre. Esto necesita explicación: el cabo creyó que yo vivía allí, vamos, que si es por intención, se puede considerar que me lo trajo a casa, y la llave no la dejó porque no encontró a quién, pero recurrió a Germán, como yo le pedí.
A esto se le llama tener la Policía Local a mi servicio, o Caballero uniformado al rescate.
Gracias, mi cabo.
Una anécdota, al estilo de lo que le suele suceder a Yahoraquebonita y que ella cuenta con tanto arte.
Jueves 26 de abril. Escenario: un pueblo de 2kms cuadrados (ahora que lo pienso, tan grande como un Principado, jeje)
Terminé de hacer mis cosas, subo a mi coche para volver a casa. La primera salida a la Plaza de la Corredera, por la Travesía de la Dueña, está cerrada por un camión de descarga. Detrás hay otro esperando para salir. Sigo adelante para incorporarme a la Calle Pilar directamente desde la Calle Dueña (no hay más salidas, sólo estas dos) perooooo.... mi gozo en un pozo: un utilitario mal aparcado cierra el paso. Hay ya otro vehículo detrás del mío. Toco el claxon con energía y el dueño no aparece. Decido llamar a la policía local, ante la imposibilidad de regresar marcha atrás hasta la salida anterior, que, posiblemente, ya esté despejada. Como la ley del mínimo esfuerzo no va conmigo, llamo a casa para que me localicen el teléfono de los municipales en el libro de las fiestas, que no hay mejor agenda, mi marido me facilita uno al que llamo sin obtener respuesta. Otra llamadita, esta vez al Ayuntamiento:
- Ayuntamiento, buenos días.
- Hola, eres Maite, ¿verdad?, soy Raquel, ¿podrías darme el número de los municipales, por favor?
Maite, que es un encanto, me lo facilita en un pispás. Hale, otra llamadita, ésta sí es la buena.
- Policía Local, dígame.
No identifico la voz; le explico al policía la situación.
- Voy para allá, no tardo, estoy cerca.
Efectivamente, debía de estar bastante cerca porque enseguida llega, y compruebo que se trata del cabo. Echa una ojeada y se va; nooooo, no me seáis mal pensados, se va a aparcar, pero como tiene que dejar el coche allá a hacer puñetas, tarda en volver. Eso sí, cuando lo hace, ya ha llamado a la grúa. A todo esto, llueve a mares, y tanto la conductora del otro coche como yo, llevamos prisa. Podría dejar allí el mío y marcharme, pero no le dejaría salida a ella cuando el paso estuviera despejado, así que orillo el mío todo lo que puedo, pero ni aún así.
- Quizá si le doy para alante...
El cabo y la chica me miran pensando "qué va a decir ésta" o "qué va a hacer".
Al ver que mi intención es irme y dejar el coche estacionado de forma que no estorbe, el policía, vamos, Jose, que ya está bien de despersonalizarlo, me dice:
- Déjame la llave y cuando la grúa despeje esto te le aparco donde pueda. Díme dónde te dejo las llaves.
- Pues... me las puedes dejar donde Germán
Germán es mi compadre, y tiene un local por allí mismo.
Olé, solucionado, la otra chica no debía de entender nada, a juzgar por la cara que puso: el cabo no sólo me permitía marcharme sino que se ofrecía a aparcarme el coche y dejarme la llave donde mejor me viniera. Le dí las gracias y la llave, claro.
Pues sí, bajo la lluvia volví a mi casa, y un rato después mi coche estaba aparcado en la mismísima puerta de mi madre. Esto necesita explicación: el cabo creyó que yo vivía allí, vamos, que si es por intención, se puede considerar que me lo trajo a casa, y la llave no la dejó porque no encontró a quién, pero recurrió a Germán, como yo le pedí.
A esto se le llama tener la Policía Local a mi servicio, o Caballero uniformado al rescate.
Gracias, mi cabo.
12 comentarios:
Joé, nena!!! Ese quiere algo contigo, ehhhh, que tan solícito asín por amor al arte no se yooooo... :P:P
Además, le has hecho foto a la gorra!! Lástima que no se la hayas hecho tb a la porra, a ver qué tal! :P
besicos!
Ejem, ejem, jeje, atractivo sí me parece, jatetú, pero va a ser que él es así de amable con todo el mundo, reina, jo, hasta me había empezado a pensar que podías tener razón, jajajaja. En cuanto a la porra... ;) como la gorra, jajaja. Un beso, reina.
Qué suerte, Raquel eso no pasa todos los días. Recuerdo una campaña que decía: La policía local, su amigo ideal, y yo me partía de risa...pues va a ser que sí, anda...(y estaba bueno encima, joooo)
XDDD no recuerdo esa campaña, jajaja, pero mira tú por donde, ha resultado no engañosa, jaja. Sí me parece atractivo, sí, fíjate que no lo había pensado hasta ahora, jajaja
Ea, mi niña, eso sí que es clase!! Na más que te ha faltao que el cabo se pareciera a Richard Gere y te sacara del coche en brazos ;)
Vaya jaleo que te traes últimamente con los cuerpos de seguridad... aunque, al menos, éste no te ha llamado 'señora' :P
Besines, linda.
Jajajaja, a tanto no lo veo yo llegar, XD. Mi solícito y amable cabo es un maduro interesante, y en lugar de señora me llama "niña", jeje.
Si es que no cuesta nada sonreír... y mira cuánto compensa, jaaja. Besos.
si hay gente amable ....:) aveces
Es verdad!!! tienes activado a tope el imán para los "uniformados", eh?
quién será el proximo? el cuerpo de bomberos? a ver, a ver...
Pues teniendo en cuenta como está el cuerpo.... de bomberos, no me importaría, jeje. Un beso.
Si siempre fuera todo el mundo así de amable... Un beso, Peggy.
No me extraña que te pongan los uniformes, con esa suerte que tienes. Pues a mí me retiró la grúa el otro día el coche y también me paró la civil a las ocho de la mañana, y era feo, Raquel muy feo. NO tengo suerte yo con este tema. Me dejas hundida.
Besazos
¿Se te llevó el coche la grúa? ¡¡¡¡ Espero que ya lo tengas....
La próxima vez que te paren los picoletos será un guardia joven, apuesto, educado y sonriente, estoy segura, lo veo en mi bola de cristal...:D Besos.
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