
Excelentísima Señora Ministra de Igualdad, doña Bibiana Aído:
Adjunto le remito tres fotografías de mi hijo, con el lícito fin de presentárselo a usted.
Usted misma reconoce que es un ser vivo. Pues mi querida doña Bi, palabrita que yo no he fornicado con animales que no sean de mi especie, puede usted creerme, de resultas de lo cuál, ese ser vivo es, además, un ser humano, fruto de un espermatozoide de un homo sapiens y del óvulo de una mujer sapien-tísima.
Éste es mi terreno, doña, ahora vamos al suyo, que es el de las leyes. Doy por hecho que conoce usted la Constitución: Sección 1ª Artículo 15 De los derechos fundamentales y de las libertades públicas: TODOS tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que EN NINGÚN CASO puedan ser sometidos a tortura, ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. QUEDA ABOLIDA LA PENA DE MUERTE, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra.
Sobre este último punto ya le escribiré otro día, a usted o al Ministro correspondiente.
Ahora sigamos: aquí hay algo que no cuadra. O el burro, o los ochenta reales, mi querida doña Bi. O modificamos la Constitución, o prescindimos de la ley (de la ley sobre el aborto, no me malinterprete, observe usted que lo escribí con minúscula inicial)
Si queda abolida la pena de muerte en todos los casos, ¿en función de qué delito extraordinario se le puede aplicar a seres vivos HUMANOS no nacidos?
Esperando respuesta, queda suya afectísima, mi querida doña Bi, quien esto suscribe
RAQUEL MÉNDEZ PRIMO
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